Saludos cordiales a ustedes, queridos hermanos, compañeros de trabajo y familia espiritual en la costa del Golfo de México e hijos de Dios dispersos, desde nuestras oficinas aquí en Spanish Fort.
Dicen que “el tiempo vuela”. . . y bueno, ya pronto celebraremos un sábado doble, (el sábado semanal y el próximo día de Pentecostés) a solo dos semanas de este sábado que se avecina.
He considerado, desde que tengo memoria, que es una bendición maravillosa participar en la santa convocación de la que Dios nos ordena ser parte en su sábado semanal. Nos reunimos, ya sea en persona o remotamente, para presentarnos ante el Señor del sábado y buscar sus palabras e instrucciones. También nos unimos para tener comunión unos con otros en ese espíritu y renovar los lazos de amor fraternal y de preocupación. Habiendo sido llamados discípulos de Cristo, compartimos los maravillosos tesoros de la verdad que se nos han dado y cada sábado reforzamos nuestra comprensión.
Como mencioné el viernes pasado por la noche, vemos cómo el apóstol Pedro escribe sobre la verdad de Dios y el amor que ustedes y yo debemos tener. “Habiendo purificado vuestras almas por la obediencia a la verdad, mediante el espíritu, para el amor fraternal no fingido, amaos unos a otros entrañablemente, de corazón puro; siendo renacidos (nacido de nuevo, RVR89), no de simiente corruptible, sino de incorruptible, por la palabra de Dios que vive y permanece para siempre”. (1 Pedro 1:22-23).
Me doy cuenta de que la frase “renacido o nacido de nuevo” derivada del griego anagennao podría traducirse aún mejor como “engendrado de nuevo”. Hay varias analogías utilizadas en las escrituras, pero nos damos cuenta de que nuestra máxima experiencia de “renacer” tendrá lugar en la resurrección cuando seamos cambiados de mortales a inmortales.
Pedro también nos compara con un bebé recién nacido. (Me identifico con esto de un bebé recién nacido, después de haber podido sostener a mi nieta cuando solo tenía unos días). “Desechando, pues, toda malicia, todo engaño, hipocresía, envidias, y todas las detracciones (maledicencias), desead, como niños recién nacidos, la leche espiritual no adulterada, para que por ella crezcáis para salvación, si es que habéis gustado la benignidad del Señor”. (1 Pedro 2:1-3).
Pedro requiere a los otros discípulos que se deshagan de las actitudes y acciones que son contrarias al amor mutuo. Pedro también se dirige a los ancianos de la iglesia en el capítulo 5, incluyéndose a sí mismo como un anciano compañero. Es importante notar que él no trata de elevarse de alguna manera refiriéndose a su llamamiento o autoridad apostólica.
“Apacentad la grey (el rebaño o la manada) de Dios que está entre vosotros, cuidando de ella, no por fuerza, sino voluntariamente; no por ganancia deshonesta, sino con ánimo pronto; no como teniendo señorío sobre los que están a vuestro cuidado, sino siendo ejemplos de la grey”. (1 Pedro 5:2-3).
Como charlamos la última vez, Pedro había afirmado su amor por Jesús y vemos en la carta de Pedro que se tomó muy en serio la advertencia de Jesús de cuidar a las ovejas que le fueron confiadas. A lo largo de su carta, Pedro alentó a los discípulos (y, por extensión, a ustedes y a mí) a cuidarnos mutuamente los unos a otros.
“Finalmente, sed todos de un mismo sentir, compasivos, amándoos fraternalmente, misericordiosos, amigables; no devolviendo mal por mal, ni maldición por maldición, sino que por el contrario, bendiciendo, sabiendo que fuisteis llamados para que heredaseis bendición”. (1 Pedro 3:8-9). “Y ante todo, tened entre vosotros ferviente amor; porque el amor cubrirá multitud de pecados”. (1 Pedro 4:8).
En una de nuestras reuniones de compañerismo nocturnas en línea, hice la pregunta y estudiamos: “¿Tenemos este amor naturalmente?” Hay un nivel de amor que los humanos intentan demostrar por sí mismos. Hay un nivel más alto de amor que es posible solo por la obra del espíritu santo en ellos, y luego guiado por las instrucciones en la palabra de Dios.
La primera característica en la lista del “fruto del espíritu” en Gálatas 5:22 es el amor. Pablo también se enfoca en el tema del amor en 1ª de Corintios 13. Estas son instrucciones poderosas y descriptivas, que ponen la barra muy alta para lograr las cualidades de amor que describe Pablo. Es bastante humillante examinar estas cualidades y observar cómo personalmente necesitamos crecer para implementarlas. De nosotros mismos, francamente, no podemos lograrlas por completo. Necesitamos la obra del espíritu santo de Dios en nuestros motivos, corazones y nuestras mentes. Eso es lo que le falta a muchos hoy. Es por eso que tenemos tantos problemas en este mundo que nos rodea.
Yo oro para que ustedes y yo podamos crecer en estas cualidades espirituales y que todos podamos abrirnos a la obra del espíritu de Dios para examinar las instrucciones en este capítulo para luego poseerlas y exhibirlas. En este próximo día de Pentecostés, nuevamente reflexionaremos sobre lo que se nos enseña, a medida que nos reunimos y compartimos, y sobre la importancia de rendirnos a ese espíritu de amor y crecer en la gracia y el conocimiento.
Sabemos entonces, que el amor, el sábado y el día de Pentecostés son bendiciones increíbles. ¡Y que nos animan a seguir creciendo y viviendo a medida que el tiempo avanza!
¡Amigos, levantemos los brazos! Nuestras oraciones y pensamientos están con todos ustedes diariamente. Por favor, les pido que oren por nosotros también.