Ministerios de la Iglesia de Dios

“1 Pedro 2:5 – En Sus manos, somos moldeados”

En Español

Saludos cordiales una vez más amigos, hermanos, compañeros de trabajo, familia spiritual, e hijos de Dios dispersos desde aquí en la Costa del Golfo en el sur de Alabama. Mi esposa y yo oramos y esperamos que estén bien y que su semana haya sido bendecida.

Nosotros, quienes somos miembros bautizados y hemos recibido la imposición de manos por parte de un anciano en la Iglesia de Dios, participaremos en esta ceremonia tan significativa de la Pascua dentro de tres semanas, en la noche del viernes.

El apóstol Pablo nos advierte: “De manera que cualquiera que comiere este pan o bebiere esta copa del Señor indignamente, será culpado del cuerpo y de la sangre del Señor. Por tanto, pruébese cada uno a sí mismo, y coma así del pan, y beba de la copa.” (1 Corintios 11:27-28).

Tú y yo debemos haber reconocido que necesitamos desesperadamente el sacrificio de Cristo y Su sangre derramada para perdonar y limpiarnos de nuestros pecados. Son nuestros pecados los que han requerido la muerte del Cordero de Dios, sin mancha ni pecado. “Si decimos que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos, y la verdad no está en nosotros. Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad.” (1 Juan 1:8-9). Este es uno de los pasajes más profundos y alentadores en los escritos de Juan.

Hasta que nos arrepintamos de nuestros pecados, seguimos siendo culpables de haber causado la necesidad del sufrimiento y la muerte de nuestro Salvador. Una vez que nos arrepentimos sinceramente y buscamos el perdón, esa culpa desaparece. Todos aún luchamos con nuestra mente carnal, que no quiere someterse a las leyes de Dios. Pero con el poder de Dios, mediante la ayuda de su Espíritu, podemos resistir el pecado y comprometernos a practicar la justicia.

Tú y yo debemos ejercer fe en este proceso, en la misericordia de Dios y en lo que Cristo logró por nosotros. Incluso esta fe es algo que Dios nos concede. “Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios.” (Efesios 2:8).

¿Cómo llega a nosotros ese don de la fe?

¿Nos llega de repente, como un impulso sin previo aviso? No. Debemos recibirla con conocimiento, sabiduría y entendimiento de Dios. Necesitamos la mente de Cristo en nosotros (Filipenses 2:5). Es un proceso.

Una vez más, Pablo nos dice: “Así que la fe es por el oír, y el oír, por la palabra de Dios.” (Romanos 10:17). Debemos participar en un proceso de educación y búsqueda del conocimiento, acompañado de esfuerzo. En los días de Pablo, la mayoría de las personas adquirían conocimiento de la Palabra de Dios al escucharla leer en la sinagoga o en el templo. Hoy en día, tenemos Biblias personales y también escuchamos las Escrituras leídas y explicadas en nuestras convocaciones sagradas. Esta es una de las muchas razones por las cuales es tan vital asistir a los servicios de adoración, ya sea en persona o en línea. No solo escuchamos la Palabra de Dios de aquellos que nos enseñan, sino que también lo hacemos en comunión unos con otros.

La discusión sobre la Palabra de Dios ha disminuido en muchas congregaciones a lo largo de los años. La política, los deportes, el clima y nuestros trabajos suelen llenar el tiempo. ¿Podríamos considerar un cambio en nuestras conversaciones?

¿Qué pasos conducen a la “conversion” y la salvación? Las instrucciones más concisas sobre este proceso se encuentran en el mensaje que el apóstol Pedro dio a la multitud reunida en el día de Pentecostés, cuando los apóstoles fueron investidos con el Espíritu Santo.

Muchos de los presentes fueron convencidos por el Espíritu Santo de reconocer sus pecados y buscar la dirección de Dios. Pedro respondió a su pregunta de “¿qué debemos hacer?” diciendo: “Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo.” (Hechos 2:38).

Juan el Bautista y Pedro (como vimos arriba), enfatizaron la necesidad del arrepentimiento antes de ser bautizado. Entonces, ¿de qué debe arrepentirse una persona? ¿De qué debe apartarse? ¿De qué es perdonado tras el arrepentimiento?

Bienaventurados aquellos cuyas iniquidades son perdonadas, y cuyos pecados son cubiertos.” (Romanos 4:7). El arrepentimiento del pecado y el apartarse de quebrantar las leyes de Dios preceden al bautismo, y después de esto viene la limpieza del historial de pecados y la recepción del Espíritu de Dios.

Una vez que somos perdonados, se espera que practiquemos la justicia y vivamos conforme a las instrucciones de la Palabra de Dios (1 Timoteo 6:11; 2 Timoteo 3:16; 1 Juan 3:10).

Jesús respondió a alguien que le preguntó: “¿qué bien haré para tener la vida eterna?” (Mateo 19:16).Jesús le contestó: “Si quieres entrar en la vida, guarda los mandamientos.” (versículo 17).La conversación no trataba sobre “ganar” la vida eterna. No podemos ganarla. Sin embargo, hoy en día, muchos cristianos todavía intentan, de alguna manera, ganarse la salvación. Esta es un regalo de gracia para aquellos que cumplen las condiciones.

El apóstol Santiago declaró: “Así también la fe, si no tiene obras, es muerta en sí misma. Pero alguno dirá: Tú tienes fe, y yo tengo obras. Muéstrame tu fe sin tus obras, y yo te mostraré mi fe por mis obras.” (Santiago 2:17-18). Las palabras vacías no son suficientes. Simplemente asistir a la iglesia no basta. Decir “le he dado mi corazón al Señor” no es suficiente. Nuestra forma de vivir y pensar debe acompañar nuestro llamado y profesión cristiana.

Jesús citó Deuteronomio 8:3 cuando dijo: “No solo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios.” (Mateo 4:4). Sí, debemos esforzarnos genuinamente para recibir la salvación. “Por tanto, amados míos, como siempre habéis obedecido, no como en mi presencia solamente, sino mucho más ahora en mi ausencia, ocupaos en vuestra salvación con temor y temblor.” (Filipenses 2:12).

Las obras, por sí solas, no pueden justificarnos ni salvarnos. Pero las obras y la obediencia siguen siendo esenciales para demostrar que tenemos fe y que nos hemos arrepentido.

En la noche del sábado 12 de abril, habremos comenzado la Fiesta de los Panes sin Levadura. Estos días no son solo siete días de eliminar el pecado. Eso es importante, sí, pero fíjense en lo que simboliza el comer pan sin levadura durante estos días: “Te será como una señal sobre tu mano y como un memorial entre tus ojos, para que la ley del Señor esté en tu boca; por cuanto con mano fuerte te sacó Jehová de Egipto.” (Éxodo 13:9).

Salir del pecado requiere que Dios viva en nosotros. Gálatas 2:20 muestra claramente que la fe divina proviene de Cristo, quien vive activamente en nosotros.

Les deseo una Pascua significativa y una bendecida Fiesta de los Panes sin Levadura, mientras practican la justicia en sus pensamientos, motivos y acciones, arrepintiéndose diariamente y buscando la voluntad de Dios en sus vidas.

¡Amigos, brazos arriba! Nuestras oraciones y pensamientos están con ustedes todos los dias. Por favor, oren por nosotros.

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-Scott Hoefker

(Pastor, Ministerios de la Iglesia de Dios)