Recuerdo cuando nuestros hijos todavía vivían en casa, uno de los desafíos únicos, que enfrentábamos en ocasiones fue cuando tomábamos la decisión de salir a cenar. La idea ganaba entusiasmo rápidamente, hasta que comenzábamos a decidir “¿Dónde iríamos a comer?” Cada uno de nosotros, y éramos solo cuatro en la familia, generalmente deseaba un restaurante diferente. A veces hasta se volvía bastante complicado. Simplemente teníamos dificultades para llegar a un acuerdo, a veces básicamente decidíamos quedarnos en casa y cenar allí. ¿Suena familiar esta circunstancia?
En una de nuestras sesiones vespertinas con los hermanos del Ministerio del Dios Viviente. Habíamos estado hablando sobre el tema de las parábolas dadas por Jesucristo. Una de ellas, bastante simple, se me vino a la mente. Era La parábola del sembrador y la semilla que se halla en Mateo 13, habla de opciones a elegir. Cristo habló a las multitudes desde una barca en el agua mientras ellos escuchaban atentamente en la orilla. Tal vez su voz se transmitía mejor, o tal vez pudo sentarse en un asiento en el bote, no podemos saberlo con certeza.
En esta parábola, lo que me sorprende es que vemos a Cristo ilustrando cómo las personas “eligen” entre varias opciones una vez que escuchan y se les explica la palabra de Dios. Cada uno escucha la palabra de Dios. ¿Y entonces qué pasa?
Hay respuestas diferentes para cada tipo diferentes de personas. No son en realidad muy diferente a ustedes y a mí. Lo interesante es que ellas responden individualmente y de manera diferente después de escuchar la palabra de Dios.
Cristo nos ayuda a todos al explicar lo que significa la parábola. Un verdadero maestro nos instruye y luego aclara para ayudarnos a comprender mejor, para que a su vez podamos enseñar y compartir con otros. Primero explicó la respuesta que proviene de una persona a la que Dios aún no ha llamado.
Mateo 13:19— Cuando alguien oye la palabra del reino, y no la entiende, entonces viene el maligno y arrebata lo que se sembró en su corazón. Éste es el que fue sembrado junto al camino.
Para ser justos con esta persona, evaluamos que realmente nunca tuvieron idea de lo que escucharon o leyeron. Luego, Cristo explica las otras respuestas de aquellos que realmente entendieron su mensaje porque Dios los estaba llamado. Sus ojos estaban obviamente abiertos. Las respuestas demostraban que realmente captaron el significado y entendieron lo que nuestro Salvador estaba enseñando. Pero, tomaron decisiones diferentes a raíz de sus respuestas y también por razones muy diferentes. Veamos esos casos:
Mateo 13:20-21— Y el que fue sembrado en pedregales, éste es el que oye la palabra, y al momento la recibe con gozo; pero no tiene raíz en sí, sino que es de corta duración, pues al venir la aflicción o la persecución por causa de la palabra, luego tropieza.
Así que al principio esta persona se alegra de recibir las palabras de Cristo. Sin embargo, no echa raíces, ni se profundiza, y la alegría solo dura un poco tiempo. Él es una verdadera chispa, tal vez incluso hablando de su nueva verdad encontrada con muchos. Su respuesta entusiasta pronto disminuye, se apaga y al fin desaparece. ¿Por qué, podríamos preguntar?
¿La presión de grupo quizás de quienes lo rodean? Se centra más en complacer a las personas que lo rodean que en su Dios Creador. Podríamos concluir que no quiere inquietar a nadie, y definitivamente no quiere ofender a otros. Él piensa, “porque mis vecinos, o compañeros de trabajo, o mi familia no están de acuerdo, o no les gusta lo que estoy haciendo y además estoy seguro de que no quiero que ahora me consideren raro”. ¿Qué pensarán los demás? ¿Habrá muchos por ahí que creen como yo? En realidad no me parece.
Para evitar sentirse incómodo o destacarse como “diferente”, esta persona simplemente rechaza lo que Dios le ha llamado a hacer y rechaza el cambio de vida que implica. Él se dedicará a sus asuntos. Sigamos entonces:
Mateo 13:22— Y el que fue sembrado en espinos, éste es el que oye la palabra, pero las preocupaciones de este mundo y el engaño de las riquezas ahogan la palabra, y queda sin fruto [es decir, se vuelve infructuosa].
Aquí vemos a alguien que tiene una perspectiva un poco diferente. Él, o ella, no está realmente preocupado por las opiniones de los demás a su alrededor. Tienen un problema diferente. Esta persona se niega a poner a Dios primero sobre todo lo demás en su vida. Este es un defecto bastante común para todos nosotros si no tenemos cuidado de estar atentos a la palabra de Dios. Mateo 6:33 nos amonesta a todos muy sucintamente. Jesús también nos dijo algo similar en Mateo 22:37: “Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu mente”.
Esta persona se distrae con las preocupaciones diarias de esta vida y antepone sus propias necesidades a los designios del Eterno. Es posible que desee tener un cierto nivel de vida, un cierto estado social, quiere sentirse bienvenido y cómodo por aquellos a quienes se ha acostumbrado. Sabe que piensan como él y son sus amigos. Se ha ocupado bastante atendiendo sus propias necesidades y rechazando lo que Dios le ha pedido que haga. Está demasiado ocupado para tomarse el tiempo necesario para una relación con Dios, y por lo tanto rechaza el llamado. Ahora notemos:
Mateo 13:23— Pero el que fue sembrado en buena tierra, éste es el que oye la palabra y la entiende, el que de veras lleva fruto y produce, uno a ciento, otro a sesenta, y otro a treinta por uno.
¡Ah! Aquí vemos a una persona que entiende la palabra de Dios, gracias a la apertura de su mente por parte de Dios, comienza a vivirla y, a medida que da frutos, produce frutos piadosos y cambia a lo que Dios desea que sea y crezca, poco a poco. Luego, este tipo de persona produce en diversos niveles en función de múltiples factores únicos para cada uno de nosotros, basados en nuestros talentos y siendo sumisos ante Dios. Este individuo recibe el llamado, ha discernido y responde a su elección con seriedad, sinceridad y sobriedad. Pone en práctica todo lo que hasta ahora entiende con mucho esmero, no solo con palabras, sino con su acción y hechos de corazón. ¡De hecho, ve que su vida comienza a cambiar de una manera tangible muy real!
Ahora, aquí está la parte importante. De todos los ejemplos y elecciones hechas, solo esta persona es elegida por Dios para salvación. Sí, y aquí es donde Dios mismo toma su decisión. El discípulo se compromete a tener como foco de su vida y primero antes que nada al Señor. Punto. También se compromete con su Creador a seguirlo y mantener con firmeza ese compromiso contraído. No se rinde ni se desanima cuando se enfrenta a adversidades, desafíos o dificultades. ¡Ven amigos, como las elecciones que hacemos son importantes!
El restaurante que elegimos para cenar con la familia no es una decisión espiritual. Pero la elección que hacemos en respuesta al llamado de Dios es muy importante. ¿Tomaríamos la decisión correcta? Eso depende exclusivamente de discernir y elegir acertadamente por cada uno de nosotros mismos.
Así que amigos y hermanos, Dios nos da en Su sábado, tiempo y horas extras para analizar lo que debemos discernir. . . y decidir. Al cerrar esta carta, como hago todos los viernes por la noche . . . cuando entramos en el sábado santo del Señor . . . les pido que me acompañen al reflexionar juntos sobre cómo responderle a Dios. Nuevamente, le pido a Dios que continúe bendiciéndoles abundantemente.
¡Nuestras oraciones y pensamientos están con ustedes diariamente! Por favor, les pido que oren por nosotros también.