Ministerios de la Iglesia de Dios

“1 Pedro 2:5 – En Sus manos, somos moldeados”

En Español

El jueves pasado, muchos en los Estados Unidos celebraron el “Día de Acción de Gracias”. Tengo que preguntarme cuántos ciudadanos estadounidenses son realmente conscientes de los orígenes reales de este día y entienden la historia de los puritanos, o separatistas. Esos aventureros y buscadores de libertad religiosa también se los llamaban “peregrinos”.

 

A menudo he considerado en algún momento durante la cena del Día de Acción de Gracias, “¿Quién fue el peregrino más famoso y significativo de la historia?”

 

¡El que me viene a la mente de inmediato es Abram! Se marchó de su hogar en Ur de los Caldeos con una orden de Dios de viajar a una nueva patria. Dios lo estaba llamando a abandonar el paganismo y la religión falsa y a vivir el camino de Dios al que Abram estaba siendo llamado. Esta famosa partida se registra en detalle en el Libro del Génesis.

 

Entonces el Señor le dijo a Abram: “Vete de tu tierra, de tu parentela y de la casa de tu padre, a la tierra que te mostraré. Yo haré de ti una gran nación. Te bendeciré y engrandeceré tu nombre, y serás bendición. Bendeciré a los que te bendigan, y a los que te maldigan maldeciré. Y en ti serán benditas todas las familias de la tierra” (Génesis 12:1-3).

 

Vemos un gran alcance y un panorama histórico expansivo en estas palabras proféticas. Las leyes, mandamientos y principios que Dios le dio a Abram estabilizarían y bendecirían a quienes les siguieren y los imitaran. ¿Continuaría a medida que pasaría el tiempo?

 

El Señor pretendía que la nación que creció de los descendientes de Abram fuera una nación modelo y que sería un ejemplo de las bendiciones que provienen de vivir según las leyes reveladas por Dios. Hasta cierto punto, las naciones que finalmente surgieron de los descendientes de la tribu de José han traído bendiciones al mundo. ¿Podríamos considerar quienes han distribuido más Biblias y más traducciones de la Biblia en varios idiomas de una manera mejor que los Estados Unidos y la Gran Bretaña?  La era industrial trajo una mayor prosperidad física para muchos y ayudó a que esto fuera posible.

 

Recordemos también la bendición mayor: el descendiente de la tribu de Judá que vino a traer la salvación y el perdón de los pecados, no solo a las tribus de Israel, sino a todas las naciones que creerían en Él y lo aceptaren.

 

El apóstol Pablo aplica la profecía en Génesis 12:3 a la aparición de Cristo y su obra en el cumplimiento de su misión de ser el Cordero de Dios muerto por los pecados de la humanidad. “Y la Escritura, previendo que Dios había de justificar por la fe a los gentiles, dio de antemano la buena nueva a Abraham, diciendo: En ti serán benditas todas las naciones. . . . Y a tu simiente, la cual es Cristo” (Gálatas 3:8, 16).

 

Está registrado que muchos de los peregrinos que viajaron al “Nuevo Mundo” creyeron en Cristo y trataron de practicar las verdades que vieron escritas en las Escrituras lo mejor que pudieron con la comprensión que tenían. Tuvieron desafíos y pruebas, pero creo que Dios los bendijo por Su propósito todavía por venir.

 

Abraham, Isaac y Jacob tuvieron sus problemas y pruebas, pero Dios estaba con ellos. El Libro de Hebreos comenta sobre estos peregrinos y precursores.

 

“Por fe, Abraham obedeció cuando fue llamado a salir al lugar que recibiría como herencia. Y salió sin saber a dónde iba. Por fe vivió en la tierra prometida como en un país extranjero, viviendo en tiendas de campaña con Isaac y Jacob, los herederos con él de la misma promesa” (Hebreos 11:8-9).

 

No era el destino de estos patriarcas ser parte de la nación compuesta por las tribus de Israel que posteriormente habitarían y se desarrollarían la tierra prometida, Canaán.  “Conforme a su fe murieron todos éstos sin haber recibido el cumplimiento de las promesas. Más bien, las miraron de lejos y las saludaron, y confesaron que eran extranjeros y peregrinos en la tierra” (Hebreos 11:13).

 

Esas promesas lejanas, de hecho, son espirituales en su cumplimiento final.

Este capítulo es un estímulo para los creyentes del primer siglo y para todos los que hemos seguido. Todos somos peregrinos y vagabundos en una tierra extraña, en este mundo temporal que está lleno de peligros y enemigos influenciados por el dios de esta tierra, nuestro adversario.

 

Con el paso de los años, mi esposa y yo cuando pastoreábamos Colombia, a menudo nos alojábamos en un hotel en el centro de la ciudad de Medellín, donde un famoso proveedor de drogas (traficante en drogas, capo o narcotraficante) había vivido. Él era un jefe criminal de alto rango que controlaba una red considerable de personas involucradas en el tráfico ilegal de drogas había vivido. ¡Nos evocábamos el marcado contraste que esta forma de vida ofrecía! Al igual que estos peregrinos y hombres y mujeres de fe, esperamos recibir una herencia que no sea de este mundo ni de esta época. Abram mantuvo una visión y promesa de “porque esperaba la ciudad que tiene cimientos, cuyo arquitecto y constructor es Dios” (Hebreos 11:10).

 

¡Abram y los otros peregrinos anticiparon un nuevo país, una patria nueva y con una capital nueva! Se dice de ellos que “. . . anhelaban una patria mejor, es decir, una patria celestial. Por eso Dios no se avergüenza de llamarse el Dios de ellos, porque les ha preparado una ciudad” (Hebreos 11:16).

 

¡Ustedes y nosotros como “peregrinos” también esperamos vivir en esa “ciudad en la cumbre del monte!” Esa ciudad se avecina. Esta es una promesa del Dios viviente. Al cerrar esta carta, como lo hago todos los viernes por la noche, al entrar en el sábado santo de Dios . . . reflexionemos juntos sobre estos temas. ¿Nos acompañan?

 

Nuevamente, que Dios continúe bendiciéndoles abundantemente. ¡Nuestras oraciones y pensamientos están con ustedes diariamente! Por favor, les pido que oren por nosotros también.

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-Scott Hoefker

(Pastor, Ministerios de la Iglesia de Dios)