Cálidos saludos cordiales desde la costa del Golfo a nuestros amigos, queridos hermanos, compañeros de trabajo, familia espiritual e hijos de Dios dispersos. Mi esposa y yo oramos y esperamos que todos se encuentren bien y que nuevamente su semana haya sido bendecida.
En un poco más de tres semanas, estaremos celebrando la Fiesta de Pentecostés. Parece que cada año estos 50 días transcurren con mayor rapidez… al menos así lo siento yo.
Desde mi temprana infancia, contar los 50 días desde el Sábado, en medio de los Días de Panes sin Levadura, fue una de las primeras cosas que aprendí a realizar con la orientación de mis padres; en la medida en que escudriñábamos las Escrituras.
El día de Pentecostés, hace alrededor de 2.000 años, la Iglesia de Dios, que tenía solamente unos 120 seguidores, tuvo un record histórico con un cambio dramático en número, influencia y poder espiritual. Tres mil personas fueron bautizadas en un solo día, y en un corto período el número ascendió a 5.000. Esta es una historia maravillosa que leo cada año en preparación de esta Fiesta Santa.
Este sábado predicaré un mensaje titulado “El Poder de Dios”. Describiremos con lujo de detalles el maravilloso poder de Dios a través de Su Espíritu.
¿Cuál es una de las profundas lecciones que podemos aprender durante este festival?
Durante el primer pentecostés, Dios otorgó su aprobación y compromiso con este pequeño grupo de seguidores de Cristo, derramando su poder sobre sus discípulos.
En su sermón de ese día, Pedro se refirió al profeta Joel, quien escribió sobre estos hechos: “Y en los postreros días, dice Dios, derramaré de mi Espíritu sobre toda carne. Y vuestros hijos y vuestras hijas profetizarán. Vuestros jóvenes verán visiones. Y vuestros ancianos soñarán sueños; y de cierto sobre mis siervos y sobre mis siervas en aquellos díasderramaré de mi Espíritu, y profetizarán”. (Hechos 2:17-18).
A la Iglesia de Dios le fue otorgado el poder de difundir las Buenas Nuevas más allá de Jerusalén hasta “el confin de la tierra” (que en aquellos tiempos debe haber sido un poco diferente al de la geografía actual). El desbordamiento característico del Espíritu de Dios lo hizo posible, inspirando a la gente y empujándola a través de los obstáculos atavesados en el camino. La Iglesia comenzó pequeña y creció con tal fuerza, que no pudo ser detenida. En efecto, Cristo nos recuerda que: “las puertas del infierno no prevalecerán ni detendrán Su Iglesia. Usted y mi persona somos el resultado directo de este original mensaje. Esto fue posible debido al “Poder de Dios”.
Desde niño solía dirigir la mirada al cielo, todavía lo hago, y medito en el maravilloso poder de quien creó cuanto puedo ver, y aun lo sostiene. Imaginemos, sin la existencia de Dios, ¿cómo haría la luna para no estrellarse contra la tierra? ¿cómo haría la tierra para no desmembrarse a lo largo del cielo, esparciéndonos como la masa en un batidor de hacer galletitas? ¿Y así, muchas otras cosas, que son sencillamente explicadas simplemente por el “Poder de Dios”.
Algo que golpea mi mente, en estos días presentes en que vivimos, es ¿cómo muchas personas ponen en duda y no dan crédito acerca de la intervención de Dios en estos sucesos. Muy pocas personas no lo ponen en duda. Muchos simplemente no creen en Dios y menos en su poder.
Necesitamos recordar que solamente a tavés del trabajo ejercido por el poder del Espíritu Santo, podemos crecer. El profeta Joel lo describe claramente. Hubo un tiempo en que Dios realizó el propósito especial de impactar Su Evangelio en el mundo. El libro de los Hechos y las epístolas de Pablo nos dan una visión del crecimiento de la Iglesia en el siglo primero.
Debemos animarnos por estos eventos que sucedieron el día de Pentecostés y la creación de la Iglesia de Dios del Nuevo Testamento. Cristo durante su ministerio terrenal acopió un pequeño número de seguidores. Entonces, con la venida del Espíritu Santo de Dios comenzó el crecimiento real.
Hace un año, en estudios Bíblicos matutinos Dominicales semanales analizamos La Historia y Antecedentes de los Evangelios … y examinamos de cerca muchos de estos eventos. Fue algo ispirador! Tengo que resaltar cómo muchas personas entendieron lo que el Espíritu Santo puede hacer, ¿e hizo?
El poder del Espíritu Santo se menciona por primera vez en en el Segundo verso de la Biblia: “La tierra estaba deforme y vacía; y la oscuridad estaba sobre la faz del abismo. Y el Espíritu de Dios se movía sobre la faz de las aguas”. (Génesis 1:2).
Este es el mismo Espíritu nombrado en Pentecostés. Es el mismo Espíritu que viene y habita en nosotros, que nos invita al arrepentimiento como fue predicado por el apóstolñ Pedro: “Arrepentíos y que cada uno sea bautizado en el nombre de Jesucristo para el perdón de sus pecados y la recepción de la dádiva del Espíritu Santo” (Hechos 2:38-39). Este Espíritu nos da un poder que jamás hemos tenido antes para vivir una vida transformada complaciendo al Señor.
Si somos increíblemente negativos, quejumbrosos, auto-centrados, ¿podríamos preguntarnos si tal poder realmente vive en nosotros? O ¿lo hemos perdido?
Se que “el tamaño de la iglesia” esta aun presente en muchos de nosotros. Cuando mi esposa y yo viajamos por Colombia y otros países latinos este pensamiento se hizo presente en muchas conversaciones. Lo mismo sucedío en los Estados Unidos. Era igual. Aunque parezcamos ser muy pocos, Dios está presente en Su Iglesia. Personalmente me pregunto, aquí en la Costa del Golfo, Texas, Colombia, o en cualquier parte del mundo… ¿qué está por venir? Es mediante el poder del Espíritu Santo de Dios como prevaleceremos. El cuerpo de Cristo vive debido al poder de Su Espíritu.
Juan en su mensaje a la Iglesia de Filadelfia, escribió: Escribe al ángel de la iglesia en Filadelfia: Esto dice el Santo, el Verdadero, el que tiene la llave de David, el que abre y ninguno cierra, y cierra y ninguno abre: Yo conozco tus obras; he aquí, he puesto delante de ti una puerta abierta, la cual nadie puede cerrar; porque aunque tienes poca fuerza, has guardado mi palabra, y no has negado mi nombre. He aquí, yo entrego de la sinagoga de Satanás a los que se dicen ser judíos y no lo son, sino que mienten; he aquí, yo haré que vengan y se postren a tus pies, y reconozcan que yo te he amado. Por cuanto has guardado la palabra de mi paciencia, yo también te guardaré de la hora de la prueba que ha de venir sobre el mundo entero, para probar a los que moran sobre la tierra. (Apocalipsis 3:7-10).
En nuestras oraciones, manifestemos a Dios cuán agradecidos estamos por dejar que el Poder de su Santo Espíritu actúe en nosotros. Gálatas 2:20 lo expresa claramente, no es lo que somos, sino lo que Dios hace en nosotros. Meditemos en este poder, pensemos en lo que puede hacer y desechemos los intereses por el mundo y todas sus concupiscencias.
El Dia de Pentecostés es un día de gran ánimo para nosotros, el Poder de Dios” actuando en la Creación, la Iglesia y en nuestras vidas individual y colectivamente.
Pida a Dios promover este regalo, y que encienda un flameante fuego espiritual de entusiasmo, fuerza, audacia y paciencia entre nosotros para hacer Su voluntad aquí en la tierra.
¡Brazos arriba amigos! Nuestras oraciones y pensamientos están diariamente con ustedes. Por favor oren por nosotros también.