Ministerios de la Iglesia de Dios

“1 Pedro 2:5 – En Sus manos, somos moldeados”

En Español

¿Han sentido alguna vez algo así como que nos falta algo? Quizás inexplicable, no hay ninguna razón real, solo que hay un algo fuera de lugar . . . pero luego comienzan a pensar en ello, meditar, reflexionar, recapacitar y orar . . . y luego se dan cuenta, repentinamente, que tenemos un momento donde encontramos un por qué. Se dice que tenemos un momento como una chispa; “¡Ajá—ya entiendo!”

Si son como yo, en ocasiones se pueden tener momentos vacíos o de que “falta algo”, tal vez por unos minutos, tal vez un día o más, y esos no suele ser un buen lugar para estar por mucho tiempo.

Ese sentimiento de ausencia o de vaciarse no es una solución a largo plazo para ninguno de nosotros. Este mundo creado natural no lo tolerará. Cada vez hay más personas que viven día a día con un vacío, con una cierta carencia en sus vidas. Les falta una cierta dimensión. Lamentablemente, algunos incluso lo consideran normal. Y muchos gastan miles de dólares cada año para descubrir cómo dejar de estar “carentes o vacíos” y vivir una vida que les parece vana, vacía o ausente.

Muchos compran regalos, se toman vacaciones interminables, cambian constantemente o hacen mejoras en el lugar donde viven, cambian de trabajo, cambian de cónyuge . . . en fin, la lista continúa.

Mientras conducía por la Bahía de Mobile esta mañana, aquí en Alabama con las ventanitas bajas, el aire se sentía pesado. Y sabemos, que el aire a nuestro alrededor no está vacío. Por diseño divino, está muy lleno de moléculas de oxígeno, hidrógeno, nitrógeno y todo tipo de átomos invisibles para nuestros ojos, cada uno rebotando entre sí, mezclándose, extendiéndose y reaccionando. A la naturaleza no le importa este proceso. Dios tenía un propósito cuando creó las cosas de esta manera. Estas moléculas y átomos invisibles no “evolucionaron” por sí solos.

Lo que la naturaleza detesta, o como hemos escuchado “aborrece”, es un vacío. El verdadero vacío total. Ese “vacío” de algo que no está. Hay un verso interesante en Génesis 1:2 que dice:

“Y la tierra estaba (se volvió) sin forma, desordenada y vacía; y las tinieblas estaban sobre la faz del abismo. Y el espíritu de Dios se movía sobre la faz de las aguas (océanos)”.

Dios tuvo que cambiar ese desorden y vaciado sin forma a algo que era mucho mejor.

De joven disfruté muchísimo de las clases de ciencias naturales. Especialmente ciencias de la tierra. Dios diseñó este universo para mantener presiones iguales, y un vacío altera ese equilibrio al crear una fuente de baja presión. De ahí proviene la mayor parte de nuestro clima en este planeta. Dejado a sus propios movimientos naturales, el universo llenará un vacío con piezas de sí mismo hasta que la presión vuelva a la normalidad.

Las mangueras de sifón, las aspiradoras y un ventilador de techo, como el de mi oficina, aprovechan esos principios científicos al generar espacios, en su mayoría vacíos, que el aire se siente obligado a ocupar.

De manera similar, un pequeño termo que solía usar cuando llevaba mi almuerzo conmigo hace años, usaba el vacío del frasco sellado para mantener las cosas calientes y frías, porque resultó que no había un aislante mejor que un área al vacío que estaba alrededor del contenido del termo.

Lo interesante es que la única razón por la que toda nuestra atmósfera no ha sido absorbida por el vacío del espacio es por la increíble atracción gravitacional de esta tierra diseñada por Dios para mantener las cosas en equilibrio. Sin ese equilibrio estable, nuestro planeta podría verse muy similar a los varios planetas áridos e inhabitables de nuestro sistema solar.

Y aquí hay un punto a considerar. Hay un tipo de vacío peor, y ese es el vacío que podríamos crear con demasiada facilidad en nuestros corazones y mentes.

Recuerdo una historia bíblica muy familiar, que se describe a menudo, en dónde  después de echar a un demonio de un hombre que no podía hablar, Cristo dio esta advertencia:

Cuando el espíritu inmundo ha salido de un hombre, anda por lugares secos buscando reposo, y al no hallarlo, dice: “Regresaré a mi casa de donde salí.” Y cuando regresa, la halla barrida y adornada. Entonces va y trae otros siete espíritus peores que él. Y después de entrar, habitan allí; y el estado final de aquel hombre llega a ser peor que el primero. (Lucas 11:24-26)

Aunque es invisible para nosotros, el reino espiritual es de hecho un lugar muy real. Al igual que las ondas de radio que se transmiten y que no podemos verlas, sabemos que todavía están allí y funcionan bien. El mundo espiritual es igual. Lo he experimentado a lo largo de los años en lo bueno y en lo malo.

La Palabra de Dios nos da una idea de cómo funciona ese mundo espiritual, y la advertencia de Cristo en el capítulo once de Lucas es una de esas revelaciones que en una instancia son un momento: “¡Ajá—ya entiendo!” Momento que mencioné al comienzo de esta carta.

Los espíritus inmundos, o los demonios, pueden establecerse, en ocasiones, en una persona. Para los demonios, un ser humano es como una casa o un lugar de vivienda en el que pueden apuntalar y llamar hogar. Pero lo interesante de esta visión del mundo espiritual es lo que sucede cuando son expulsados.

Jesús explicó que a veces un demonio inmundo expulsado tratará de regresar al “hogar” del que fue desalojado. En el ejemplo que dio, un demonio regresa para encontrar su hogar “barrido y en orden”, limpio, pero vacío si se quiere.

Cuando encontramos un vacío espiritual, sin rumbo, solo está esperando ser llenado por lo primero que sucede en la vecindad y debemos estar atentos. En este ejemplo en la escritura, del demonio que trae siete de sus camaradas, se nos dice “. . . y el último estado de ese hombre llega a ser peor que el primero”.

Sí, son cosas instructivas, si lo piensan bien. Un vacío espiritual influye mucho más que la actividad demoníaca: tiene un impacto muy real en nuestras vidas en general. Es por eso que tantos pasan horas con las redes sociales, la música y el entretenimiento . . . parece que quieren llenar ese vacío con algo más . . .

Dios nos da opciones de cómo llenar ese vacío, pero ¿Le escuchamos? ¿Lo seguimos? Vayamos a indagar más profundo. ¿Alguna vez se han enredado, o pegado, a un pecado, a una situación? ¿Y en este proceso se sienten vacíos y solos? ¿Empeoran las cosas con el correr con el tiempo?

¿Han luchado una y otra vez con algo de lo que quieren deshacerse desesperadamente, pero que sigue avanzando sigilosamente en vuestras vidas? A veces ni siquiera se entrevera, simplemente salta y se lanza audazmente.

Si son como yo, algunas cosas con las que hemos luchado durante toda la vida . . . décadas después de ser bautizado, simplemente nunca parecen ser superadas. A lo largo de los años he aconsejado a muchos que me han dicho: “¡Me siento tan vacío, y parece que ya no puedo superar este pecado!” Y “¿Qué es lo que me estoy perdiendo?”

¿Alguna vez hemos considerado o preguntado por qué?

No hay nada más desalentador, o frustrante, que encontrarse una vez más cautivo por una parte fea de nuestra vida de la que estábamos seguros de que nos habíamos arrepentidos y que ya había sido superada en el pasado. Todos enfrentamos esto, no es nada exclusivo para nosotros hoy. Las peripecias de nuestros antepasados registrados en la Palabra de Dios nos dan muchos ejemplos para estudiar y aprender.

Mientras me preparo para este sábado, (un día para nosotros, apartado para reflexionar y mirar aún más a Él), reflexiono que ustedes y yo tenemos el llamado más increíble del mundo por parte de Dios. ¿Cómo podemos llegar a ser las personas que Dios nos llamó a ser, si no podemos dejar de tropezar con los pecados de nuestro pasado que todavía están con nosotros? Se me ocurren tantas preguntas. ¿Por qué no los puedo vencer? ¿Si estos pecados nunca parecen desaparecer? ¿Es posible superarlos?

¿Debemos continuar sintiéndonos vacíos, o indefensos, en este viaje en la vida llamada cristianismo?

Oh, entiendo, vencer el pecado es difícil. Es una batalla diaria. Pero es lo que nosotros como discípulos de Jesucristo fuimos llamados para hacer. Es absolutamente necesario ser vencedores.

Y, más que eso, sabemos que la buena noticia es que es posible.

Es una batalla dolorosa y ardua que la mayoría elige no pelear, y simplemente se rinden. A lo largo de los años, muchos se han alejado de este llamado y sencillamente han regresado a cómo eran antes. Han abandonado a Dios, al menos por el momento. Pero Dios nunca se olvida de nosotros.

¿Es imposible vencer?  Absolutamente no.  Filipenses 4:13 nos dice: “Todo lo puedo en Cristo que me fortalece”. Con la gracia de Dios, el arrepentimiento y el perdón de Jesucristo, y de Él que vive en nosotros, junto con nuestra propia determinación empeñada de llevar esto a cabo y de no rendirse podemos vencer el pecado y dejarlo atrás para siempre. Debemos perseverar hasta el fin, si queremos vencer. En esencia, esto implica permitir la mente de Cristo en nosotros (Filipenses 2:5) a través de Su Palabra, y llenar nuestro vacío interior con Él. Simplemente no podemos quedarnos carentes de Dios, vacíos o inútiles.

La próxima vez, examinaremos algunas opciones muy reales que Dios nos da para tener éxito, vencer y llenar esa carencia, esa falta, ese vacío que nos produce el pecado . . . y examinaremos más de cerca cómo el pecado hace eso.

Al concluir esta carta, como hago todos los viernes por la noche . . . cuando entramos en el sábado del Señor . . . reflexionemos juntos sobre todo esto, ¿Me acompañan?

Nuevamente, deseo que Dios continúe bendiciéndoles abundantemente. ¡Nuestras oraciones y pensamientos están con ustedes diariamente! Por favor, oren también ustedes por nosotros.

 

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-Scott Hoefker

(Pastor, Ministerios de la Iglesia de Dios)