Recientemente varias personas me hicieron una pregunta que sentí que merecía tomarme el tiempo necesario para explicar cuidadosamente una respuesta que podría ser útil para todos nosotros.
Aquí está la pregunta: “¿Por qué es que usted usa a menudo la palabra “Ekklesía” en lugar de la palabra “iglesia” tanto en el discurso, sermón o charla, así también como por escrito?” Lo interesante es que he hecho esta sustitución durante tanto tiempo que a veces me olvido que no todos lo hacen así. ¿Existe realmente una diferencia? ¿Importa realmente? Todo depende de lo que uno considera como “iglesia”.
Descubrí que el Diccionario Bíblico Holman, en su artículo “Iglesia”, explica bastante bien los antecedentes y el uso de la palabra iglesia.
“Iglesia es la traducción al castellano de la palabra griega Ekklesía. El uso del término griego antes del surgimiento de la iglesia cristiana es importante, ya que dos corrientes de significado fluyen de la historia de su uso en la comprensión de la iglesia en el Nuevo Testamento”.
En Hechos 19:32 la palabra “concurrencia”, y en el versículo 39 la palabra “asamblea”, encontramos que el término griego usado esencialmente significa “los llamados”. ¿Llamados de qué, es lo que podríamos preguntar? Fuimos llamados a salir de un mundo que, en su mayor parte, funciona en contra de lo que Dios pretendía. Estamos llamados a ser diferentes. Estamos llamados a separarnos de la forma en que pensamos, vivimos e interactuamos con los demás, por la morada del espíritu de Dios en nosotros. Llamados a cambiar nuestro comportamiento de una forma de vida que sea contraria a los caminos de Dios.
Apocalipsis 18:4— Oí otra voz del cielo que decía: “¡Salid de ella [de Babilonia], pueblo mío, para que no participéis de sus pecados y para que no recibáis sus plagas!”
Incluso en el libro de los Hechos, el seguir a Dios se conocía como “El Camino”. Era una forma diferente de actuar a la que muchos en el mundo estaban acostumbrados. En la antigüedad, la palabra Ekklesía se usaba comúnmente para indicar una asamblea de ciudadanos dentro de una ciudad griega. Estos mismos ciudadanos tenían un nivel de privilegio diferente a los esclavos, o incluso a los no ciudadanos. Eran diferentes.
¡Ustedes y yo también fuimos llamados a ser diferentes! Debemos vivir de acuerdo con las mismas leyes de Dios. Seguimos y obedecemos las leyes de los hombres, a menos que violen las leyes inmutables de Dios. Cristo instruyó a sus discípulos a vivir en este mundo, pero no ser partícipes de sus caminos, esos caminos que iban en contra del camino de Dios y de Sus leyes. Y que tenían en común el llamamiento de Dios. Que habían sido llamados por Dios, en Jesucristo, para un propósito muy especial y también que eran privilegiados como se menciona en Efesios 2:19.
El término griego Ekklesía se puede encontrar más de cien veces en la traducción del idioma griego del Antiguo Testamento, ya que el término era de uso común durante la época en que Jesús caminaba por la tierra en como ser humano.
El término hebreo qahal significa en su forma más simple “asamblea” y se usaba de varias maneras, incluso refiriéndose a una asamblea de profetas, (1 Samuel 19:20), de soldados como en Números 22:4, y del pueblo de Dios, como en Deuteronomio 9:10. Ese uso del término en el Antiguo Testamento, en cuanto se refiere al pueblo de Dios, es crucial para entender el término “iglesia” en el Nuevo Testamento.
Sabemos que los primeros cristianos fueron principalmente judíos que usaban la traducción al idioma griego del hebreo del Antiguo Testamento. El uso de la palabra Ekklesía era una referencia común en el Antiguo Testamento para “el pueblo de Dios” y nos revela la comprensión básica de la unidad y la continuidad del Antiguo y Nuevo Testamento. Es por eso que es muy importante usar toda la Biblia, seguirla por completo, y no solamente escoger un libro, elegir un capítulo, escritos de un autor en particular, o solo uno de los dos Testamentos dados. Pablo nos dice que,
2 Timoteo 3:16— “Toda la escritura inspirada por Dios es útil para la enseñanza [de doctrina], para la reprensión [o apercibimiento], para redargüir, para la corrección, para la instrucción en justicia . . .”
Este versículo inspirado por Dios es claro, dice “toda la escritura”, no parte, o lo que podemos seleccionar con pasajes de la Biblia con los que estamos de acuerdo. Esos primeros cristianos entendían y se veían a sí mismos como el pueblo de ese Dios que se había revelado en el Antiguo Testamento (Hebreos 1:1-2), como los verdaderos hijos de Israel (Romanos 2:28-29) con Abraham como su padre (Romanos 4:1-25), y también como el pueblo del Nuevo Pacto profetizado en el Antiguo Testamento. (Hebreos 8:1-13).
Lo que queda bien claro con esta historia del significado en el mundo de habla griega y del Antiguo Testamento, es que el término “iglesia” también se puede usar en el Nuevo Testamento para referirse a una congregación local de cristianos llamados. Por ejemplo, la Iglesia de Dios, que está en Corinto (1 Corintios 1:2). También puede referirse a la totalidad del pueblo de Dios, o como me gusta decirlo: “El cuerpo de Cristo del cual Cristo es la cabeza”. (Efesios 1:22-23) Esto es útil para entender por qué muchos usan la palabra “iglesia” hoy. Ahora bien, a menudo uso Ekklesía en lugar de iglesia. Para muchos, la connotación cuando mencionamos “iglesia” es la de un edificio, una ubicación, una comunidad o una denominación específica. Lamentablemente, este concepto erróneo puede conducir a la división, la contienda y la separación. Dios ha abierto nuestras mentes, nos llamó en este momento por múltiples razones alentadoras e inspiradoras. No debemos enfocarnos nunca en nuestros edificios, dónde y con quién estamos, cómo somos mejores, más grandes o haciendo la obra mejor que otros.
Cuando me preguntan a qué “iglesia” pertenezco. Prefiero decir “Pertenezco al cuerpo de Cristo, como un creyente que ha recibido el llamamiento, soy una parte de ese cuerpo del cual Cristo es la cabeza”. ¿Qué parte de ese cuerpo soy yo? No importa.
Es posible que tengamos una identidad única basada en el nombre de la denominación o del grupo con el cual tenemos compañerismo, pero al fin y al cabo debemos llegar a comprender que Dios nos ha llamado, a usted y a mí, como Sus hijos, para llegar a ser más como Él, mientras Él vive en nosotros (Gálatas 2:20) como un cuerpo, una unidad, los llamados por Dios. Usted y yo somos la Ekklesía de Dios. La familia de Dios. El cuerpo del Señor. Los llamados. La Ekklesía, o iglesia, del Dios viviente. Este concepto promueve la unidad. Nos une los unos a otros. Efesios 4:4-6 muestra claramente:
Efesios 4:4-6— Hay un solo cuerpo y un solo espíritu, así como habéis sido llamados a una sola esperanza de vuestro llamamiento. Hay un solo Señor, una sola fe, un solo bautismo, un solo Dios y Padre de todos, quien es sobre todos, a través de todos y en todos.
Así que amigos y hermanos, Dios nos da en Su sábado, tiempo y horas extras para analizar estas cosas . . . para que recapacitemos en nuestro llamamiento. Al cerrar esta carta, como hago todos los viernes por la noche . . . cuando entramos en el sábado santo del Señor . . . les pido que me acompañen al reflexionar juntos sobre este llamamiento tenemos en común. Nuevamente, le pido a Dios que continúe bendiciéndoles abundantemente.
¡Nuestras oraciones y pensamientos están con ustedes diariamente! Por favor, les pido que oren por nosotros también.