Amigos, hermanos en la fe, colegas, familia spiritual, hijos de Dios dispersos: Desde nuestras oficinas en la Costa del Golfo, reciban un cálido saludo. Mi esposa y yo oramos por ustedes y esperamos que nuevamente hayan tenido una semana bendecida.
Cuán grande bendición es que Dios nos haya llamado para ser sus hijos especiales, con el potencial de ser seres espirituales de Su familia. “Mirad cuál amor nos ha dado el Padre, para que seamos llamados hijos de Dios… Amados, ahora somos hijos de Dios, y aún no se ha manifestado lo que hemos de ser; pero sabemos que cuando él se manifieste, seremos semejantes a él, porque le veremos tal como él es” (1 de Juan 3:1-2).
Otra bendición es el hecho de ser escogidos para ser parte de la ekklesia, esto es, la iglesia de Dios y poder congregarnos, ya sea físicamente en agrupaciones locales, o a través de los medios de comunicación electrónicos como pequeños núcleos en la dispersión, para asi conformar una gran familia con Dios como nuestro Padre. Para mi es un hecho de motivación permanente conectarme semanalmente con un número mayor de hermanos dispersos a lo largo de esta nación y de todo el mundo. Su familia está viva y busca Su voluntad.
Nuesto Padre celestial expresó su amor por la humanidad y Su deseo de que se cumpla con el destino planeado para ella. “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna”. (Juan 3:16). En este verso, y de manera muy frecuente en las Escrituras Griegas, la palabra usada por “amor” es agapao. Esta es la palabra que se traduce con mayor frecuencia como “amor” o “amado” en las Escrituras Griegas. Como lo hemos dicho anteriormente, agapao se usa para expresar amor a Dios, a Cristo, a la humanidad, e incluso a objetos.
Examinemos la interacción entre Jesús y Pedro narrada en Juan 21.
El Maestro había preparado un desayuno para los apóstoles, quienes se encontraban pescando en El Mar de Galilea. Después de haberlo intentado durante toda la noche, los discípulos, no habían capturado ningún pez. Al haber pescado en agua dulce y salada durante décadas, ¡yo sé cómo es eso! ¡No solo puede ser una prueba de paciencia, sino que también puede ser un ejercicio agotador, aunado al hecho de sentir hambre cuando sale el sol! Cuando pudieron escucharlo, Jesús les indicó que echaran la red en el lado derecho de la barca. Después de hacerlo, y finalmente sacar la red llena de peces, bajaron a tierra y disfrutaron de un desayuno con pan fresco y pescado asado. Tuve una vivencia similar en Guatemala hace muchos años, pero usamos tortillas asadas a la parrilla.
Después del desayuno, Jesús se dirigió expresamente a Pedro, pero parece ser que los otros apóstoles también escucharon la conversación. “Asi que, después de haber tomado el desayuno, Jesús le dijo a Simón Pedro, “Simon, hijo de Jonás, ¿me amas más que estos?” Pedro le dijo “Si maestro; Tú sabes que te amo.” Él le dijo, “Apacienta mis ovejas”” (Juan 21:15). En la Escritura recopilada, la palabra usada por Jesús es agapao. No sabemos si el Maestro haya hablado en Arameo o en Griego, lo sabido es que el pasaje se describe en Griego. La palabra que Pedro usó para significar amor, es descrita en Griego como phileo. Definitivamente no sabemos cual idioma fue usado en la conversación.
Como se describe en el verso 16, Jesús repitió su pregunta. La misma palabra que usó para amor se repite en esta oportunidad. En el verso 17 Jesús emplea el término phileo. Existen varios comentarios acerca de la implicación que trae el hecho de Jesús haber usado primero agapao y después phileo. A menudo los comentaristas afirman que el amor que Pedro tenía, de alguna manera, era deficiente en ese momento.
¿Podría haber otra forma de explicar estos versos? El siguiente análisis de Juan 21 se encuentra (en la versión electronica) del Diccionario Bíblico de Easton bajo el tema ‘Amor’.
“Esta palabra parece requerir explicación sólo en el contexto en que nuestro Señor la usó en su entrevista con” Simón, el hijo de Jonás “, después de su resurrección (Juan 21:16, 17). Cuando nuestro Señor le dice: “¿Me amas?” usa la palabra griega agapas; y cuando Simón responde, usa la palabra griega philo, es decir, “yo amo”. Este es el uso acostumbrado en la primera y segunda preguntas formuladas por el Maestro; pero en la tercera, Jesús usa la misma palabra de Simón. La distinción entre estas dos palabras griegas es descrita adecuadamente por Trench: “Agapas tiene más juicio y elección deliberada; phileio tiene más apego y afecto personal. Así, el ‘Amas’ (gr. Agapas) en los labios del Señor, le parece a Pedro en este momento una palabra demasiado fría; como si su Señor lo estuviera manteniendo a distancia, o al menos no lo invitara a acercarse, con en el apasionado anhelo con que su corazón ahora deseaba. Por lo tanto, la sustituye por su propio «yo amo» (gr. Philo), más fuerte en su opinión. Una segunda vez hace lo mismo. Y ahora ha vencido; porque cuando el Señor requiere por tercera vez si lo ama, lo hace con el vocablo que solo satisfará a Pedro (‘Amas’, gr. phileis), que es la única que reclama de él ese apego personal y la unión con la que en verdad sabe que su corazón está lleno”.
Pienso que vale la pena tomar en consideración que, aunque en Griego la palabra más usada para amor es agapao, hay un número determinado de versos donde phileo es usada de manera significativa e instructiva. “Porque el Padre ama (phileo) al Hijo, y le muestra todas las cosas que Él mismo hace; y mayores obras que estas le mostrará, para que ustedes se maravillen” (Juan 5:20). “Porque el Padre mismo los ama (phileo), porque ustedes me han amado (phileo), y han creído que yo salí de Dios” (Juan 16:27). Ver también Juan 20: 2; 1 Corintios 16:22; Apocalipsis 3:19.
Con seguridad, el amor expresado en los anteriores versículos no es deficiente en sentido alguno, y tiene una connotación de apego con afecto. En nuestro trasegar diario como cristianos, tú y yo, necesitamos dar tanto agapao como phileo cuando demostramos nuestro amor y compromiso en nuestra relación con Dios el Padre, Jesucristo y nuestro prójimo.
Sugiero que, durante las venideras Fiestas de otoño, incluyendo Tabernáculos, nos aseguremos de reservar el tiempo necesario para orar y meditar en las enseñanzas de Cristo como nuestro Salvador, a través de su interacción con Pedro.
¡Amigos, brazos arriba! Nuestras oraciones y pensamientos están diariamente con ustedes. Por favor, oren por nosotros.