Después de haber terminado de limpiar el patio de algunas ramas y escombros de la tormenta de la noche anterior, me sobresalté cuando me senté frente a mi computadora para finalizar algunos detalles antes del sábado semanal. Cuando de repente . . . ¡CATAPLUM! ¡BAM BAM! ¡ZAS! ¡PUM!
Estos no son sonidos desconocidos, especialmente en esta época del año con las tormentas de verano que son muy comunes en el sur de Alabama . . . pero me trajo a la mente algo que quisiera compartir con ustedes esta noche.
La humanidad está aprendiendo que los seres humanos necesitan y desean una gran cantidad de compasión. Recuerdo que en mis estudios de posgrado tuve que estudiar e investigar cuidadosamente el concepto de compasión cuando se trataba de consejería. A lo largo de los años he escuchado a muchos que compartieron sus historias donde otros carecían del don de la compasión al trabajar con ellos. Triste en realidad.
Me viene en mente la ocasión en que Cristo y sus discípulos viajaron a Jerusalén.
En su camino, planeaban descansar en un pueblo samaritano. El grupo envió mensajeros para organizar el alojamiento, pero el pueblo se negó a cooperar. Jesús se dirigía a Jerusalén, pero los samaritanos no querían tener nada que ver con los viajeros, debido a su odio hacia los judíos.
¡Los discípulos de Cristo se enfadaron! ¡Estos aldeanos habían rechazado a Jesús! ¡Cómo se atrevían! (Lucas 9:54) “Señor, ¿quieres que mandemos que descienda fuego del cielo y los destruyamos?”
Jacobo y Juan, apodados los “hijos del trueno”, estaban entusiasmados por lo que creían. Sin embargo, carecían de un ingrediente muy importante: la compasión que proviene del Espíritu Santo de Dios. A menudo pasamos por alto este ingrediente clave del uso del Espíritu de Dios en nuestras vidas diarias.
Debemos ayudar y amparar las vidas de otros, no destruirlas.
A veces, si no tenemos cuidado, parece que todos podemos estar más inclinados a ser como los hijos del trueno, en vez de ser cristianos compasivos, misericordiosos y perdonadores.
La compasión y la misericordia en este mundo se enfrentan a la extinción. (Romanos 1:29-31) Veamos una descripción de los días que vivimos ahora. 2 Timoteo 3:2-5 dice que en estos últimos días las personas se negarán a amar al prójimo e incluso a perdonarlos por extensión.
Anoche, en nuestro estudio bíblico interactivo vespertino semanal de Compañerismo del Monte Carmel, hablábamos de un siervo fiel que tiene misericordia y perdona. La compasión encaja perfectamente con ese enfoque.
Mateo 5:7 también nos dice que si somos misericordiosos, obtendremos misericordia. Todos deseamos que los demás sean misericordiosos con nosotros, ¿no? La compasión es una cualidad que todos deseamos, y que otros también la tenga con nosotros.
El sorprendente y fuerte tronar, me hizo pensar en la importancia de tener compasión para con todos los seres humanos que nos rodean . . . debemos ser perdonadores y misericordiosos con ellos . . . al concluir esta carta, como hago todos los viernes por la noche . . . cuando entramos en el sábado del Señor . . . los invito a que reflexionemos juntos sobre estos temas, ¿Me acompañan?
Nuevamente, deseo que Dios continúe bendiciéndoles abundantemente. ¡Nuestras oraciones y pensamientos están con ustedes diariamente! Nos despedimos pidiéndoles que por favor, oren también ustedes por nosotros.