Cómo observar la Pascua cuando es necesario guardarla en casa
Si usted es una persona bautizada y no le es posible reunirse con su congregación en la fecha prescrita para observar la Pascua, puede hacerlo en su propia casa o, si fuera necesario, puede hacerlo en la segunda Pascua, 30 días después (Números 9:11). Para ayudarle en esta observancia, le damos las siguientes instrucciones.
Prepare o compre con antelación una pequeña cantidad de pan sin levadura, o pan ázimo. Si opta por comprar pan o galletas, cerciórese de que no contengan levadura ni ningún otro ingrediente cuyo fin sea levantar la masa (por ejemplo, bicarbonato de sosa, polvo de hornear, etc.). Si prefiere preparar su propio pan o galletas, hágalo sin utilizar ninguno de los ingredientes mencionados.
También deberá adquirir una pequeña cantidad de vino tinto (rojo) natural, sin mezcla alguna de otro tipo de bebida alcohólica. Su graduación de alcohol deberá ser del 10 al 13 por ciento. Vinos con mayor porcentaje de alcohol contienen brandy o coñac y no deben usarse en esta ceremonia.
La Pascua debe observarse poco después de la puesta del sol. El cuarto donde vaya a efectuarse la ceremonia deberá ser preparado con antelación, y deberá estar muy limpio y ordenado. En la mesa deberá haber pan y copas o vasos pequeños de vino suficientes para el número de participantes. Una cucharada de vino en cada copa es suficiente para la ceremonia. Tanto el pan como las copas de vino deben ser cubiertos con servilletas blancas.
Debido a que la Pascua es la ceremonia más solemne del año, todos los participantes deben reunirse calladamente en el cuarto donde se efectuará la ceremonia. Sólo deben participar miembros bautizados de la Iglesia. No se da oración inicial ni de clausura en esta ceremonia.
Es muy importante recordar que esta es una ocasión muy solemne debido a que vamos a reflexionar en el sufrimiento y la muerte agonizante de Jesucristo, nuestro Salvador. Pero a la vez es una ocasión sumamente alentadora, ya que nos recuerda la victoria que sobre el pecado y la muerte nos da Dios por medio de Jesucristo. Es necesario recordar también que quienes participan en esta ceremonia están expresando su fe en la reconciliación obtenida por medio de la muerte de Jesucristo, y están renovando su entrega a su Salvador para que él pueda vivir su vida nuevamente en ellos.
La persona que dirige la ceremonia deberá leer en voz alta los siguiente pasajes de la Escritura: 1 Corintios 11:23-30; Lucas 22:7-15. Después leerá Juan 13:1-17. Luego, si hay dos o más personas, deberán lavarse los pies mutuamente. (Los recipientes con agua y las toallas limpias deben prepararse desde antes de empezar la ceremonia.) Si hay cuatro o más personas, dos o más de cada sexo, los hombres podrán ir a otro cuarto para efectuar el lavado de pies. Si sólo hay una persona, obviamente se omite esta parte de la ceremonia.
Después de concluido el lavado de pies, se hará una introducción a las partes de la ceremonia que corresponden al pan y al vino. La persona encargada deberá leer en voz alta Isaías 53:3-6, 10, 12; Mateo 8:16-17; 1 Pedro 2:20-24; y Hebreos 4:14-16, y hacer notar que el sacrificio de Cristo fue tanto para la sanidad de nuestra mente como de nuestro cuerpo. Después leerá Juan 6:32-40, 48-51, 53-58; 1 Corintios 10:16-17 y 11:24. En seguida quitará la servilleta que cubre el pan y dará gracias a Dios pidiéndole que bendiga el pan como símbolo del cuerpo herido de Jesucristo. Luego partirá el pan y lo repartirá para ser comido. Esto representa el cuerpo herido y quebrantado de Jesucristo, así como nuestra aceptación de ese sacrificio.
Antes de tomar el vino, deberán leerse los siguientes pasajes: Mateo 26:27-28; 1 Juan 1:7-9; Hebreos 9:11-15; Efesios 1:7. Luego quite la servilleta que cubre las copas de vino y ore dándole gracias a Dios y pidiéndole que bendiga el vino para su uso sagrado como símbolo de la sangre derramada de Jesucristo para la remisión de nuestros pecados. En seguida, dé a cada uno de los participantes una copa de vino, el cual debe tomarse silenciosamente y en una actitud reverente. Al tomar el vino, los participantes renuevan su aceptación de la sangre de Cristo para la remisión de sus pecados. En seguida, vuelva a poner las copas en su lugar, sobre la mesa o en la bandeja, y junto con el pan que haya sobrado, cúbralos nuevamente.
Luego deberá leer de Juan 13:18 hasta el fin del capítulo 17. Este es el relato de lo que Jesucristo hizo esa noche antes de su muerte. Debido a lo extenso de esta sección, puede optar por leer solamente algunas partes de la misma.
Al terminar de leer, y de ser posible, deberá cantarse un himno. Luego, silenciosamente, todos deberán salir del cuarto. Durante la ceremonia, es apropiado recordarles a los participantes lo solemne y sagrado de la ocasión, especialmente cuando se retiran al concluir ésta.
Cuando todos hayan salido, el encargado deberá juntar todo lo que haya sobrado del pan y del vino que fueron llevados al cuarto y bendecidos en la ceremonia. El pan debe ser quemado y el vino debe verterse en el desagüe o en tierra. (El pan y el vino que no fueron llevados al aposento donde se efectuó la ceremonia no tienen que ser desechados, ya que éstos no fueron consagrados.)
Es nuestro sincero deseo que, con la ayuda de estas instrucciones, la sagrada observancia de la Pascua sea una ocasión memorable y de gran significado para usted.