Saludos cordiales a todos ustedes, queridos hermanos, compañeros de trabajo y familia espiritual en la costa del Golfo de México y a los hijos de Dios dispersos, desde nuestras oficinas aquí en Spanish Fort.
Mencioné el viernes por la noche lo rápido que parece pasar el tiempo. La semana pasada, mi esposa y yo estábamos ayudando a los hermanos en una granja pequeña a ponerse al día con varios proyectos en los que estaban un poco retrasados. Fue un par de días de trabajo duro. ¡Pero sé que dormí mejor después de cada día de trabajo físico e intenso! El tiempo que estuvimos allí también pasó rápidamente.
En la mañana mientras nos estábamos preparando para partir, el dueño fue a su jardín para ver si todavía había “primicias”. Me hizo pensar, y la mayor parte del viaje de regreso a nuestra casa, pensé en “primicias” mientras conducía.
¿Cuándo fue la última vez que pensaron que ustedes son “primicias”? Ustedes saben bien que los son.
Es una bendición y un honor estar entre un grupo selecto conocido como primicias, llamados de este mundo e invitados a prepararse para gobernar con Jesucristo en Su Reino. Entendemos que solo somos parte de una pequeña manada que se ha liberado del engaño de que sufre la mayoría de este mundo. “Por eso les hablo por parábolas: porque viendo no ven, y oyendo no oyen, ni entienden. . . Pero bienaventurados vuestros ojos, porque ven; y vuestros oídos, porque oyen. . . Cuando alguno oye la palabra del reino y no la entiende, viene el malo, y arrebata lo que fue sembrado en su corazón”. (Mateo 13:13, 16, 19).
El apóstol y medio hermano de Jesús, Santiago, usa el término “primicias” para referirse a sí mismo y a los otros discípulos. “Por su propia voluntad, Él nos hizo nacer por la palabra de verdad, para que fuéramos como primicias de sus criaturas”. (Santiago 1:18). El apóstol Pablo reconoció tanto el simbolismo como la tipología de los festivales anuales como la Pascua y los días de los panes sin Levadura. (1 Corintios 5:7-8). Está claro que Pablo reconoció el cumplimiento de la ceremonia de la gavilla mecida en sus comentarios en 1 Corintios 15:20: “Mas ahora Cristo ha resucitado de los muertos; primicias de los que durmieron es hecho.”
La ofrenda mecida fue la primera porción de la primera cosecha de granos del año. Algunas fuentes judías afirman que el grano se cortaba la tarde anterior y luego se ofrecía, o se mecía, a la mañana siguiente, el primer día de la semana.
Pablo continúa: “Porque así como en Adán todos mueren, también en Cristo todos serán vivificados. Pero cada uno en su debido orden: Cristo, las primicias; luego los que son de Cristo, en su venida”. (1 Corintios 15:22-23).
Un análisis de los eventos que tuvieron lugar en el momento de la crucifixión y muerte de Cristo dieron como resultado la conclusión de que Jesús murió durante la tarde del día de la Pascua, que cayó en un día miércoles en ese año. Su cuerpo fue colocado en la tumba poco antes del atardecer. Las mujeres que siguieron a Jesús observaron cómo pusieron el cuerpo de Jesús en la tumba. El día siguiente fue el día de reposo del primer día de los panes sin levadura, que cayó un jueves. Las mujeres descansaron ese día. Luego regresaron un viernes y se prepararon (y probablemente también compraron especias) para preparar aún más el cuerpo de Jesús para el entierro. Luego, las mujeres descansaron de acuerdo con el mandamiento del sábado. (Lucas 23:54-56)
María Magdalena fue a la tumba el primer día de la semana (domingo) mientras aún estaba oscuro. Encontró que la piedra que había estado bloqueando la entrada de la tumba ya se había movido. Ella corrió hacia los discípulos e inmediatamente les dijo a Pedro y Juan lo que había visto. Pedro y Juan se apresuraron a ir a la tumba y descubrieron que solo estaban los lienzos en los que Jesús había sido envuelto. El cuerpo de Jesús ya no estaba. María los había seguido y se quedó fuera de la tumba. Mientras ella estaba parada allí, Jesús se le apareció, y al principio ella no lo reconoció. Esto tuvo lugar poco después del amanecer del primer día de la semana.
Luego, cuando le habló, ella supo que era Él, el Jesús resucitado. “Jesús le dijo: No me toques, porque aún no he subido a mi Padre; mas ve a mis hermanos, y diles: Subo a mi Padre y a vuestro Padre, a mi Dios y a vuestro Dios”. (Juan 20:17). La clara implicación es que Jesús muy pronto en ese mismo día ascendería al Padre y sería recibido y aceptado como las primicias de todos los seres humanos que han muerto y han resucitado a la vida eterna en el reino de Dios.
La ceremonia de la ofrenda mecida no celebra específicamente la resurrección de Jesús, sino que se centra en la aceptación de Cristo por parte del Padre después de Su resurrección. Jesús entró en el Lugar Santísimo celestial también para que su sangre derramada fuera aceptada como el sacrificio expiatorio para toda la humanidad. (Hebreos 9:11-12). La petición de Jesús fue concedida. “Ahora pues, Padre, glorifícame Tú al lado tuyo, con aquella gloria que tuve contigo antes que el mundo fuese”. (Juan 17:5).
¡Es realmente inspirador tratar de imaginar cuán maravilloso y alegre fue este evento en el tercer cielo!
Pablo se refirió al orden de las resurrecciones. “Porque así como en Adán todos mueren, también en Cristo todos serán vivificados. Pero cada uno en su debido orden: Cristo, las primicias; luego los que son de Cristo, en su venida”. (1 Corintios 15:22-23).
Aquí nos referimos a ustedes y a mí. Resucitaremos a la vida eterna como lo fue Cristo. “Y así como hemos traído la imagen del terrenal, traeremos también la imagen del celestial”. (1 Corintios 15:49). “Porque es necesario que esto corruptible se vista de incorrupción, y esto mortal se vista de inmortalidad”. (1 Corintios 15:53).
Apocalipsis 14 se refiere al grupo de 144.000 que está con el Cordero en el Monte Sión. Veo esto como el Monte Sion celestial. Este grupo se describe más detalladamente. “Éstos fueron redimidos de entre los hombres como primicias para Dios y para el Cordero”. (Apocalipsis 14:4-5). El número (144.000) puede ser simbólico. Pero, el punto en el que me estoy enfocando es que estas personas que ahora están con el Cordero se describen como “primicias”.
Refiriéndonos de nuevo a Levítico 23, la celebración del quincuagésimo día se determina asignando el día de la ofrenda mecida como el día primero de la cuenta. “Y contaréis desde el día que sigue al día de reposo, desde el día en que ofrecisteis la gavilla de la ofrenda mecida; siete semanas cumplidas serán. Hasta el día siguiente del séptimo día de reposo (sábado) contaréis cincuenta días; entonces ofreceréis el nuevo grano al Señor”. (Levítico 23:15).
Por lo tanto, el quincuagésimo día (o Pentecostés) siempre cae el día después del sábado semanal o en lo que hoy llamamos domingo. Antiguamente, las ceremonias involucraban dos panes. “De vuestras habitaciones traeréis dos panes para ofrenda mecida, que serán de dos décimas de efa de flor de harina, cocidos con levadura, como primicias para el Señor”. (Levítico 23:17).
Notemos que estos dos panes están horneados con levadura. Entendemos que esto significa que representan seres humanos que todavía son imperfectos y que pecan de vez en cuando. Estos dos panes simbolizan a los seres humanos siendo llamados y preparados como primicias y a quienes eventualmente se les dará vida eterna al regreso de Cristo.
Pentecostés también nos recuerda el llamado especial de los seres humanos en esta era antes del regreso de Cristo. Debo agregar que todavía se está realizando el llamado y la colección de este grupo de primicias. ¡Cuán bendecidos somos de ser seleccionados para ser parte de este grupo especial! ¡Cuán significativos son los tiempos señalados del Señor, y cuán importantes son para entender el gran plan de Dios para toda la humanidad!
En este próximo Día de Pentecostés, nuevamente reflexionaremos sobre lo que se nos enseña, a medida que nos reunimos y compartimos, y sobre la importancia de rendirnos a ese espíritu de Dios y crecer en la gracia y el conocimiento como las primicias del Señor.
¡Amigos, levantemos los brazos! Nuestras oraciones y pensamientos están con todos ustedes diariamente. Por favor, les pido que oren por nosotros también.