Ministerios de la Iglesia de Dios

“1 Pedro 2:5 – En Sus manos, somos moldeados”

En Español

Saludos cálidos a todos ustedes, queridos hermanos, compañeros de trabajo y familia espiritual en la costa del Golfo de México y a los hijos de Dios dispersos desde nuestras oficinas aquí en Spanish Fort en Alabama.

Una de mis cosas favoritas para hacer cuando era niño era contar el número de días hasta cualquier evento que esperaba. A veces los marcaba de mi calendario, ¡O simplemente tomaba nota de la anticipación que tenía en camino!

También recuerdo que a menudo pensaba “¿Alguna vez creceré hasta el punto necesario para hacer ciertas cosas?” Como muchos de nosotros, a veces incluso respondía cuando me preguntaban cuántos años tenía: “Tengo 11 años y ¾”. ¿Tienen ustedes memorias de haber hecho lo mismo?

Otro de los días santos significativos del año se acerca rápidamente, es el día de Pentecostés. Este sábado se completa la tercera semana de la cuenta de siete semanas. Ustedes y yo pronto observaremos y celebraremos la increíble y especial manifestación del espíritu santo de Dios que fue enviado en ese día de Pentecostés, que tuvo lugar diez días después de la ascensión de Cristo a las nubes sobre la tierra y luego al tercer cielo.

Los lunes de cada semana, por la noche, tenemos un estudio interactivo de la palabra de Dios llamado Compañerismo de la Rama de Almendra por teleconferencia. Charlamos de cómo dar fruto como hijos de Dios. También habíamos hablado a lo largo de la semana, en otras tardes, cómo debemos convertirnos en una nueva criatura, o creación, como Pablo nos recordaba. Pensamos a menudo “¿Estamos creciendo espiritualmente como deberíamos?”

No es ningún secreto que aparte de Dios, y la utilización de Su espíritu en nuestras vidas, simplemente no creceremos en la gracia y en el conocimiento, para convertirnos en esa nueva creación que Cristo desea ver en todos nosotros. Entonces, una pregunta que debemos considerar es: ¿Qué cualidades son alentadas, producidas y manifestadas al obrar y ceder a la morada del espíritu de Dios? ¿Cómo creceremos?

Uno de mis versículos más citados es este, como el apóstol Pablo escribe sobre varios de ellos.  “Porque no nos ha dado Dios espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de dominio propio”. (2 Timoteo 1:7).

Hace años, en mi práctica de asesoramiento, le planteaba a mis clientes, “¿Por qué tienen miedo?” y muchas veces mirábamos juntos a esta escritura. Más tarde hablábamos de que hay un poder para ayudarnos a apartarnos de ese miedo. Algunos me preguntaban: “¿Qué clase de poder es ese?”

¿Fue ese poder el coraje de participar en un momento de la historia en el Coliseo como gladiador? Quizás hubo algunos cristianos que vivían en ese momento que fueron forzados a participar en la lucha contra los animales salvajes, y con la ayuda de Dios prevalecieron valientemente.

No se encuentran muchos detalles exactos de sus vidas. A lo largo de los siglos, muchos cristianos han sido martirizados y se negaron a retractarse de su creencia en Jesucristo. Tampoco aceptaron las enseñanzas y herejías de los poderes de persecución del falso cristianismo. Aceptaron la muerte en lugar de negar a su Señor y salvador y las verdaderas prácticas y creencias de la fe.

Tengo que preguntarme, queridos amigos, si al final de cuentas algunos de nosotros enfrentaremos circunstancias similares. Por supuesto, no me refiero a pelear en un coliseo literal, pero hoy tenemos coliseos que son de un tipo diferente. Demasiados aún enseñan que todos seremos llevados milagrosamente a un “lugar de refugio” seguro y nadie sufrirá daño alguno, o la muerte. La palabra de Dios no define esta enseñanza.

Incluso ahora, algunos ministros escriben, “Si solo confiamos en Dios y le obedecemos, y nos enfocamos en la protección de ‘nosotros’, recibiremos esta protección”. Cosa que contradice lo que Cristo desea de nosotros: ser un sacrificio vivo y, si es necesario, renunciar a nuestra vida física para seguirle.

Dios siempre ha estado más preocupado por nuestra protección espiritual y nuestras vidas están finalmente en sus manos capaces. Leí Hebreos 11:13, y dice claramente: “Conforme a su fe murieron todos éstos sin haber recibido el cumplimiento de las promesas.”

Más importante aún, sabemos que Dios quiere que nos preocupemos profundamente por las batallas espirituales que enfrentaremos. Uno de los mayores enemigos con los que luchamos es el “príncipe de la potestad del aire,” (Efesios 2:2). Necesitamos absolutamente el poder del espíritu de Dios para identificarlo, conocer sus tácticas y para resistirlo seriamente.

En Efesios 6 es interesante que nuestra lucha contra el diablo se compare con la de un gladiador contra un enemigo. Se nos indica que tomemos toda la armadura de Dios y nos la pongamos al entrar en la batalla contra este enemigo formidable.

En nuestra página de Facebook del Ministerio del Dios Viviente—Golfo de México nos hemos centrado en este tema durante todo este año, en esa “Armadura de Dios”.

Ustedes y yo también necesitamos una mente estable y sólida anclada en la palabra de Dios mientras navegamos por los campos minados de falsas doctrinas y la posterior perversión de las escrituras. Una de las piezas críticas de la armadura mencionada en Efesios 6 es “la espada del Espíritu, que es la palabra de Dios”. (Efesios 6:17). Debemos tener presente que una espada puede usarse tanto de manera defensiva como ofensiva. A veces debemos enfrentarnos a los engaños de los enemigos, a las acusaciones falsas y a la anarquía. Debemos exponerlas a éstas y sofocarlas.

Cuando Jesús envió a los apóstoles en una de sus muchas misiones de entrenamiento, “les dio autoridad sobre los espíritus inmundos, para que los echasen fuera” y luego los envió. (Mateo 10:1).

Nosotros también debemos estar atentos y resistir al diablo. (1 Pedro 5:8-9). El poder de Dios es nuestra única posibilidad de supervivencia. Hacemos eso al acercarnos a Dios, a la morada de su espíritu y al resistir al diablo. (Santiago 4:7-8).

Nosotros, los que tenemos el espíritu de Dios, debemos humildemente abrir nuestras mentes para ser guiados, influenciados e instruidos por la misma palabra de Dios. Tenemos que estar abiertos a recibir instrucciones, correcciones y advertencias. “Porque la Palabra de Dios es viva y eficaz, y más penetrante que toda espada de dos filos. Penetra hasta partir el alma y el espíritu, las coyunturas y los tuétanos, y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón”. (Hebreos 4:12). No solo recibimos esto automáticamente, sino que debemos, de manera enseñable, buscar, leer y estudiar diligentemente Su palabra y responder a Su espíritu.

Aquí vemos de nuevo una alusión a una espada como vimos en Efesios 6. Cuando respondemos correctamente al espíritu de Dios, nos vemos obligados a examinar nuestros pensamientos, impulsos, intenciones y motivos. Cuando no se ajustan a la palabra de Dios, debemos arrepentirnos sinceramente, cambiar y así continuar convirtiéndonos en una nueva creación. Negarse obstinadamente a ceder ante Dios, o proponer nuestras propias ideas, enseñanzas o perspectivas nunca está en línea con Su espíritu.

En ese día de Pentecostés, esto es lo que les sucedió a quienes respondieron a la predicación inspirada por el Apóstol Pedro. “Al oír esto, se compungieron de corazón, y dijeron a Pedro y a los otros apóstoles: ‘Varones hermanos, ¿qué haremos?’.” (Hechos 2:37). La respuesta fue lo que se esperaba de todos aquellos que están llamados al arrepentimiento, tal como lo recibieron del mensaje predicado por los siervos de Dios. “Pedro les dijo: ‘Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo’.” (Hechos 2:38).

¡Al igual que los apóstoles, el espíritu de Dios moraría en ellos y se les prometió que estaría con ellos! (Juan 14:17).

A medida que anticipamos la próxima fiesta de Pentecostés, ¡Tratemos de examinar nuestras propias vidas para ver si realmente estamos cediendo a Su espíritu y a Su verdad! Creciendo en la gracia, el conocimiento y convirtiéndonos en una nueva creación.  Sin el espíritu de Dios simplemente no podemos crecer. . . pero con ese espíritu de poder. ¡Podremos llegar a ser una nueva creación en el Señor!

¡Amigos, levantemos los brazos! Nuestras oraciones y pensamientos están con todos ustedes diariamente. Por favor, les pido que oren por nosotros también.

 

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-Scott Hoefker

(Pastor, Ministerios de la Iglesia de Dios)