Una vez más, estamos en la época del año en la que debido a la inclinación axial de nuestro planeta, también conocida como oblicuidad de la tierra, nuestras estaciones han cambiado, incluso aquí, donde vivo. Somos conscientes de que las estaciones son causadas por la inclinación del eje de rotación de la Tierra lejos, o hacia el sol a medida que viaja a través de su trayectoria orbital de un año alrededor del sol.
Todos aprendemos esto al principio de nuestras vidas, ¡pero a veces nos olvidamos de esto cuando una vez más ha llegado el “invierno”! Entonces, con menos luz solar y otros factores, las temperaturas cambian. Así que el lunes pasado tuvimos algunas temperaturas bastante frías aquí en Alabama, en la costa del Golfo de México, esas temperaturas bajas continuaron durante esta semana. ¿Entonces, por qué esta mención de la temperatura? Bueno, es porque en realidad encaja con la temporada de frío asociada con el mes de Kislev del cual que hablamos el viernes pasado en mi carta semanal. Este mes saca a la luz algunos otros pensamientos. Es importante para ustedes y para mí considerar el tema de un “llamado al arrepentimiento y volverse hacia Dios, temas asociados con los eventos registrados ocurridos en esta época del año”. Por supuesto, se nos dice que nos debemos arrepentir a diario y que busquemos a menudo una relación con Dios y con Él que vive en nosotros.
En la historia, después del llamado al arrepentimiento de los profetas Hageo y Zacarías, los judíos que habían regresado a Jerusalén del cautiverio en Babilonia se conmovieron para proceder con el trabajo de reconstrucción del templo. Esdras alentó a los hombres líderes a arrepentirse sinceramente de sus matrimonios y prácticas erróneas en las que habían entrado. El Templo en Jerusalén fue limpiado y dedicado nuevamente y el pueblo fue intimado a volver al Dios verdadero.
Hay muchas lecciones que podemos extraer de estos pasajes bíblicos. De manera similar, en Jeremías 36:1, entendemos que reinaba Joacim, hijo de Josías, rey de Judá.
Y aconteció que se proclamó un ayuno “en el quinto año de Joacim, hijo de Josías, rey de Judá” en presencia de “todo el pueblo de Jerusalén y a todo el pueblo que venía de las ciudades de Judá a Jerusalén” (Jeremías 36:9). Inicialmente no está claro quién proclamó el ayuno y por qué.
Dios le había dado un mensaje a Jeremías y luego hizo que su secretario Baruc escribiera las palabras en un rollo de pergamino. Debido a que Jeremías todavía estaba encarcelado, o confinado, a Baruc se le dijo que leyera las palabras del rollo en la casa del Señor. Baruc leyó las palabras del libro a las personas reunidas el noveno mes del año (Jeremías 36:9) a la entrada de la puerta nueva de la casa del Señor (Jeremías 36:10). “Y Micaías hijo de Gemarías, hijo de Safán, habiendo oído del libro todas las palabras del Señor, descendió a la casa del rey, al aposento del secretario, y he aquí que todos los príncipes estaban allí sentados, esto es: Elisama secretario, Delaía hijo de Semaías, Elnatán hijo de Acbor, Gemarías hijo de Safán, Sedequías hijo de Ananías, y todos los príncipes. Y les contó Micaías todas las palabras que había oído cuando Baruc leyó en el libro a oídos del pueblo” (Jeremías 36:11-13).
Baruc fue convocado por Jehudí hijo de Netanías, para leer del rollo en presencia de los príncipes y líderes (Jeremías 36:14-15). Respondieron con una sensación de miedo y aprensión, luego le dijeron a Baruc que necesitaba leer esas mismas palabras al rey. El Señor le había dicho a Jeremías la razón para anunciar este mensaje. “Quizá oiga la casa de Judá todo el mal que yo pienso hacerles, y se arrepienta cada uno de su mal camino, y yo perdonaré su maldad y su pecado” (Jeremías 36:3). Los príncipes le preguntaron a Baruc cómo había escrito las palabras con tinta en un libro (o rollo de pergamino). Después de escuchar esto, le dijeron a Baruc que tanto él como Jeremías deberían esconderse (Jeremías 36:17-19). Entonces Jehudí y otros escondieron el libro y fueron al rey para contarle acerca de las palabras del libro. Entonces el rey Joacim le dijo a Jehudí que tomara el rollo y lo leyera en presencia del rey (Jeremías 36:20-21). Probablemente fue más tarde que el noveno mes porque ardía un brasero para proporcionar calor en la casa de invierno del rey (Jeremías 36:22).
Esta fue la oportunidad para que el rey tomara en serio las palabras de advertencia del Señor. Hubiera sido bueno que él y los príncipes alentaran al pueblo a arrepentirse de su idolatría, de su rebelión contra Dios y sus mandamientos.
¿Cuál creen ustedes que fue la respuesta del rey Joacim y sus sirvientes? Seguiremos más este tema el próximo viernes por la noche . . . y al concluir esta carta, como hago todos los viernes por la noche . . . cuando entramos en el sábado del Señor . . . los invito a que reflexionemos juntos sobre este mensaje. ¿Me acompañan?
Nuevamente, deseo que Dios continúe bendiciéndoles abundantemente. ¡Nuestras oraciones y pensamientos están con ustedes diariamente! Nos despedimos pidiéndoles que por favor, oren también ustedes por nosotros.