Amigos, hermanos en la fe, colegas, familia espiritual, y hijos de Dios en la dispersión: Desde nuestras oficinas en la Costa del Golfo, reciban un cálido saludo. Mi esposa y yo oramos por ustedes y esperamos que nuevamente hayan tenido una semana bendecida.
Hace pocos días tuvimos un sábado alentador. Fue evidente que la presencia del Espíritu de Dios abundó y la paz y comunión prepararon el escenario para la celebración de los sábados previos a la Fiesta de las Trompetas, Expiación y consecuentemente, Tabernáculos, Octavo Día o Último Gran Día.
Regularmente recibo llamadas telefónicas o correos electrónicos de quienes denomino PM’s o “miembros potenciales”. Aquellos que desean responder al llamado de Dios y hacer parte de Su cuerpo. Recientemente alguien se acercó a nosotros y casi que inmediatamente me preguntó: ¿Pastor, ya está usted salvado?”
¿Ha usted escuchado a algún individuo decir “yo estoy salvado” o yo he sido salvado? ¿Has preguntado si ya tienes ganada tu propia salvación? Qué piensas acerca de la afirmación que muchos creen: “¡una vez salvo, siempre salvo!”.
La salvación y la conversión son el resultado de la integración, de por vida, entre un verdadero discípulo y Dios. Contrario a lo que muchos creen y enseñan. la conversión no es un evento que ocurre en un solo acto; por el contrario, las Escrituras revelan que es un proceso que inicia con el llamado de Dios, seguido del paso clave del arrepentimiento, bautismo y la recepción del Espíritu Santo, cuyo punto culminante es el retorno de Jesucristo, cuando los muertos en Cristo sean resucitados a inmortalidad con el otorgamiento de la vida eterna. Esta es la conversión definitiva y la transformación o cambio de seres mortales a inmortales. Debemos ser salvados de la muerte consecuencia del pecado. “La paga del pecado es muerte, pero la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús nuestro Señor” (Romanos 6:23).
Quizás la más precisa instrucción concerniente a los pasos conducentes a la conversión y a la recepción de la salvación se encuentra en el mensaje enviado por el apóstol Pedro cuando predicó a la multitud reunida el Día de Pentecostés cuando él y los apóstoles rcibieron el poder del Espíritu Santo. Pedro predicó acerca de Cristo, Su muerte y sacrificio y la culpa que los humanos soportaban. Muchosa de estos congregados fueron conminados por el Espíritu Santo a que reconocieran sus pecados y acataran la dirección de Dios. Pedro entonces respondió a la pregunta “¿qué hacer a continuación?”.
En Hechos 2:38 encontramos escrito: “Entonces Pedro les dijo. “Arrepentíos y bautizaos en el nombre de Jesucristo para remisión de los pecados y reciban el regalo del Espíritu Santo”.
Los pasos del llamado de Dios, escuchar el Evangelio y las instrucciones que conducen al entendimiento de la Palabra, el acto de arrepentimiento, y la consecuente producción de sus frutos, la preparación para la inmersión en el agua, el ser bautizados junto con la imposición de manos para recibir el Espíritu Santo, son una secuencia muy necesarios. Incluso después de seguir estos pasos, continuamos siendo humanos imperfectos que debemos sobrellevar y vencer el pecado y la tentación hasta el final de la vida física. (Mateo 24:13; Apocalipsis 2: 7; 2:11)
No se puede enfatrizar suficientemente en que se trata de algo individual. Cada creyente debe apropiarse de estos hechos ya que solo Dios conoce a aquellos que han respondido verdadera y sinceramente a Su llamado y han seguido los lineamientos establecidos en las Escrituras. No podemos hacer nada por ninguna otra persona diferente a nosotros mismos y debemos tener cuidado de juzgar a los demás en cuanto a si están avanzando hacia la conversión.
Después del bautismo de aquellos que respondieron al llamado de Dios el día de Pentecostés, vemos la respuesta de esos discípulos.
Hechos 2:42 dice: Y ellos siguieron firmemente la doctrina y compañerismo de los apóstoles, en la partición del pan y las oraciones.
Hechos 2:46. De modo que perseverando unánimes cada día en el templo, y partiendo el pan de casa en casa, comían su pan con alegría y sencillez de corazón, 47 alabando a Dios y gozando del favor de todo el pueblo. Y el Señor añadía a la iglesia todos los días a los que estaban siendo salvos.
Tenga en cuenta que a estos discípulos que “perseveraron firmemente” se les llama “los que estaban siendo salvos”. Aún no se habían salvado. Habían comenzado el proceso de conversión, pero no lo habían completado.
El apóstol Pablo y Silas fueron encarcelados después de propinarles una fuerte paliza, pero fueron liberados milagrosamente de la prisión. El guardián estaba a punto de suicidarse, recuerde que la muerte era a menudo la pena por dejar escapar a un prisionero. Pablo lo detuvo, y el carcelero le preguntó qué necesitaba hacer para ser salvo. Aquí está la respuesta de Pablo.
Hechos 16: 31-33 Entonces dijeron: “Cree en el Señor Jesucristo, y serás salvo, tú y tu casa”. 32 Entonces hablaron la palabra del Señor a él y a todos los que estaban en su casa. 33 Y los tomó a la misma hora de la noche y les lavó las llagas. E inmediatamente él y toda su familia fueron bautizados.
Este hombre y su familia necesitaban escuchar instrucciones, creer y aceptar a Jesucristo. Luego fueron bautizados y con la imposición de manos recibieron el Espíritu Santo. Obviamente Dios los estaba llamando y aprovechó esta ocasión para iniciar el proceso que conduce a la salvación. Pablo les dijo, “Serán salvos”. Aún no se salvaron o esrto significa que todavía no habían alcanzado la salvación.
Miremos la recomendación de Pablo a los Corintios.
Leamos 1 Corintios 15: 1-2, versión Nuevo Testamento del siglo XX. A continuación, hermanos, quisiera recordarles las buenas nuevas que les dije y que recibieron, las buenas nuevas sobre las que se han manifestado, 2 y por medio de del cual estás siendo salvo. Quisiera recordarles las mismas palabras que utilicé al contárselo, ya que todavía lo están aferrando y no en vano se convirtieron en creyentes en Cristo.
Al responder al mensaje del evangelio, esto es, las Buenas Nuevas, los miembros estaban “siendo salvos”. Necesitaban estar y estaban “aferrándose” a las instrucciones.
El creyente debe comprender, creer, aceptar y practicar las enseñanzas y doctrinas fundamentales para comenzar a recorrer el camino que conduce a la conversión y la salvación. Aquí hay una lista bíblica bien conocida de los conceptos básicos.
Hebreos 6: 1-2 Por tanto, dejando la discusión de los principios elementales de Cristo, vayamos a la perfección, no echando de nuevo el fundamento del arrepentimiento de obras muertas y de la fe en Dios, 2 de la doctrina de los bautismos, de la puesta. de manos, de resurrección de muertos y de juicio eterno.
Estamos en el proceso de convertirnos y cambiar nuestras mentes y corazones. El Espíritu de Dios logra esto, pero solo si estamos dispuestos a participar. A medida que nos comprometemos con este proceso, somos salvos y convertidos y finalmente seremos salvados de los resultados y efectos del pecado y se nos dará la vida eterna. Entonces seremos “siempre salvos”.
A medida que nos acercamos a las Fiestas de otoño del Señor, les animo a todos a tomarnos el tiempo adicional necesario para continuar nuestro estudio en profundidad de la Palabra de Dios y solidificar estas verdades en nuestras mentes.
¡Amigos, brazos arriba! Nuestras oraciones y pensamientos están diariamente con ustedes. Por favor, oren por nosotros.